Distance

Distancia. Esa gran desconocida para mi hace ya 3 años y que ahora la sufro a cada segundo de mi vida. ¿Qué por qué la sufro? Por personas que son tan especiales que yo sin ellas no podría vivir. Pero no voy a hablar de todas esas personas que en un momento de estos largos [y a la vez tan cortos] 3 años han estado en mi vida, no. Aquí, ahora, solo voy a hablar de una. De ella. De mi tonta. De Ane. ¿Por qué? Porque este blog es para ella, porque se lo merece, porque es mi forma de darle las gracias por todo lo que ha hecho en mi vida.
Distancia es eso que hace que no la pueda abrazar cuando está triste ni secar sus lágrimas cuando llora. La distancia es lo que me mata al querer verla y no poder, al necesitar sentir su tacto para saber que es real, porque a veces me ocurre que estoy con los ojos cerrados, pensando en mis [o mil] cosas y abro los ojos con una sonrisa en la cara porque pensé en alguna tontería que nos dijimos y que se me borre al darme cuenta de todos los km que nos separan. Eso es la distancia. Es querer pero no poder, es debilidad y a la vez fortaleza. Es odio aunque hace más grande nuestro amor. Esa es la puta distancia. La que separa a dos amigas inseparables. La que nos jode de una manera impensable. Pero... Ane, ¿sabes qué? Me da igual no poderte dar un abrazo, ni darte mil y un besos, me da igual que no me puedas consolar de una manera real cuando estoy mal o que a veces te sienta tan irreal. Y es que me da igual porque te quiero. Y es que la distancia nos hace más fuertes. Te adoro amor, te adoro más de lo que nunca pensé que podría hacer.





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